La Pezuña

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Por Manuel Troncoso

Agarra la chaira
afila el cuchillo
y también su sonrisa,
que se mantiene firme
al igual que las reses
que cuelgan de los ganchos
dentro de la heladera.

Inspira
corta unos chorizos
sonríe
exala
agarra un costillar
Tira ancha o finita?
Inspira otra vez
y lo corta en banderita.

Contempla la carne
con profundidad
y admiración,
como si ella escondiera
un secreto ancestral.

Son amigos,
Guillermo sabe
lo que siente la carne
y esta última conoce
su alma de carnicero,
también la de María Elena
que acompaña a su esposo
sentada en el mostrador.

Enfoca sus anteojos
afina el lápiz
y hace números
en un cuaderno,
mientras picotea
con sus dedos
las teclas de una calculadora.

No sobran las palabras,
las administra con precisión
como las anotaciones
que acaba de terminar.

Son los dueños
del santuario de carne,
ella los protege
del mundo exterior
y no necesitan
más nada.

Son felices en un mundo
en el que la felicidad,
al igual que la carne,
se ha vuelto
un bien perecedero


Manuel Troncoso nació en Concepción del Uruguay en 1986. Publicó Liminal (2021) y Flor Artificial (2022). Es abogado y diputado provincial.

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