El cuerpo de María Inés Basaluva, la mujer de 69 años que fue hallada sin vida el viernes por la noche en su vivienda en Villa Paranacito, fue sometido a la realización de una autopsia, que no pudo certificar de qué murió, aunque sí se confirmó que se trató de una muerte violenta.
El paso del tiempo y el efecto que causaron los perros de la mujer en su cuerpo complicaron el trabajo forense para establecer precisiones. Existen órganos claves que no estaban, como ser el corazón y parte de los pulmones, que podrían ayudar a los profesionales a brindar exactitudes sobre cuál fue la causa de muerte.
El fallecimiento de Basaluva no se produjo por causas naturales y por ello se extrajeron parte de algunos órganos y tejidos del cuello y de las muñecas, del lugar exacto donde estaba maniatada y amordazada, que serán analizados con detenimiento para mayores precisiones que puedan responder sobre la data de muerte y cuánto tiempo llevaba fallecida al momento en que fue encontrada por el personal policial de Islas del Ibicuy.
Por otra parte, ya hay una persona que fue identificada en torno a la investigación por el crimen. El sábado por la tarde se realizó un allanamiento en Ceibas, donde se identificó a un hombre que sería un sobrino político de la mujer, que tenía contacto asiduo con ella. Si bien este hombre no quedó detenido, se realizaron secuestros en el domicilio, entre ellos el teléfono celular, que serán peritados por expertos en busca de indicios.
La investigación está en pleno proceso y con el correr de las horas se van conociendo algunas cuestiones que pueden orientar sobre el móvil del crimen. La víctima tenía un pasar muy humilde y eso se reflejaba en su forma de vida y en la vivienda que habitaba, pero se habría confirmado que en diciembre había realizado una venta de animales que le habría originado un ingreso económico muy importante y del cual no se pudo encontrar nada en el domicilio.
El lugar es un campo pequeño ubicado en inmediaciones del arroyo El Perico, en el camino a Sagastume, en Villa Paranacito. Vivía sola, en una casa antigua de un campo de no grandes dimensiones, sin hijos ni familiares cercanos. Fue encontrada maniatada y con una mordaza que tenía en el cuello, recostada sobre el piso, debajo de una galería y dentro de la vivienda había claros signos de que se trató de un robo, porque estaba todo dado vueltas.
La fiscal Martina Cedrés tomó intervención en el hecho y por las características orientó la investigación hacia un homicidio en ocasión de robo. La mujer fue hallada por la Policía luego de que un hombre oriundo de Ceibas, que pasaba ocasionalmente a visitarla (y no es la persona allanada) le gritó desde el camino para que saliera por si necesitaba algo, porque el acceso estaba complicado por las lluvias, y al no tener respuesta le comunicó a un funcionario policial. Cuando un móvil concurrió el viernes por la noche, después de las 21, a corroborar que estuviera bien, se encontraron con esta situación.