Tras más de cuatro años de trabajo al frente de la Supervisión de Educación Primaria – Zona A, Islas del Ibicuy, Juan Orlando García cierra una etapa marcada por el acompañamiento sostenido a las instituciones educativas del territorio.
*Por Gabriel Cañete.
Tras más de cuatro años de trabajo al frente de la Supervisión de Educación Primaria – Zona A, Islas del Ibicuy, Juan Orlando García cierra una etapa marcada por el acompañamiento sostenido a las instituciones educativas del territorio. Desde septiembre de 2021 hasta el próximo 31 de diciembre de 2025, su labor estuvo atravesada por el compromiso con las escuelas primarias, el diálogo permanente con docentes y equipos directivos, y una mirada puesta en fortalecer la educación en un contexto geográfico y social particular como el de las islas.
En el tramo final de su gestión, García cuenta sobre la experiencia transitada al frente de la supervisión, repasando los desafíos, aprendizajes y el trabajo compartido con docentes y equipos directivos de las escuelas primarias del territorio.
1. – ¿Qué significado tiene para usted cerrar esta etapa como Supervisor de Educación Primaria de la Zona A, Islas del Ibicuy, después de más de cuatro años de gestión?
“Cerrar esta etapa es, en primer lugar, un profundo sentimiento de gratitud por la oportunidad y la confianza depositada. Significa la culminación de un ciclo intenso, desafiante y enormemente enriquecedor. Para mí, representa haber cumplido una misión, dejando cimientos sólidos en el acompañamiento pedagógico y la articulación territorial, sabiendo que el trabajo realizado en estos más de cuatro años ha impactado positivamente en la labor de los equipos docentes y por consiguiente en las trayectorias de las y los alumnos de cada una de las doce escuelas rurales que acompañé.”
2. ¿Con qué realidad educativa se encontró al asumir el cargo en 2021 y cómo fue el proceso de acompañamiento a las escuelas en ese contexto?
“Al asumir en septiembre de 2021, la realidad estaba marcada por la compleja post pandemia y el desafío de la presencialidad plena. Pero gracias a Dios encontré escuelas con docentes comprometidos, con la necesidad urgente de recuperar y fortalecer los vínculos pedagógicos y sociales afectados por el aislamiento. Mi proceso de acompañamiento lo centré en la escucha activa y en territorio, la priorización curricular (focalizando en alfabetización y matemática), y la implementación de estrategias para el cierre de la brecha de aprendizajes, siempre desde un enfoque de contención emocional y pedagógica para los equipos.”
3. ¿Cuáles considera que fueron los principales desafíos de ejercer la supervisión en un territorio como el de las Islas del Ibicuy?
“Quiero decirles que la verdad, no me costó para nada. Lo hice con mucho gusto. Por lo cual si debo nombrar uno debo decir que el principal desafío ha sido la dispersión geográfica y la consecuente logística que debí afrontar para lo cual por semana me trasladaba más de 600 km en mi moto o auto para intentar cumplir con mi rol como supervisor. Esto implicó tiempos de traslado prolongados, la dificultad para realizar encuentros presenciales frecuentes con todos los equipos directivos y la necesidad de adaptar la comunicación y el acompañamiento al contexto departamental a veces mediante un nueva herramienta: el trabajo virtual. Otro desafío importante fue garantizar la equidad en el acceso a ciertos recursos y/o herramientas (como la tecnología), que a menudo es más limitado en las escuelas rurales e isleñas.”
4. Desde su experiencia, ¿Qué aprendizajes le dejó el trabajo cotidiano junto a los docentes y equipos directivos de la zona?
“El trabajo cotidiano me dejó tres grandes aprendizajes: la capacidad de adaptación de c/u de los/las docentes que trabajan en Islas del Ibicuy, la importancia de la horizontalidad en la construcción de acuerdos pedagógicos (mi presencia física en las escuelas, la comunicación y el diálogo constante fueron claves para lograr esto) y el valor de la identidad local (ya que yo también nací, me crie y me profesionalicé en este Departamento) lo que fortaleció un desarrollo curricular. Entendí que la supervisión debe ser un andamiaje y no una fiscalización, priorizando el apoyo y la reflexión conjunta.”
5. ¿Qué aspectos del trabajo docente en las Islas del Ibicuy destacaría especialmente y por qué?
“Destaco lo humano que son, su polifuncionalidad y el compromiso afectivo que tienen en cada uno de sus territorios. Acciones que simplifico en el título de mi libro: “Más allá de los muros” y a quienes se los he dedicado. Las y los docentes de Islas del Ibicuy no solo somos maestros, sino muchas veces gestores, mediadores y referentes comunitarios. Nuestro compromiso va más allá del horario escolar; establecemos un vínculo de profunda cercanía con las familias que resulta fundamental para la continuidad de las trayectorias escolares de nuestros gurises y gurisas del departamento. También resalto la creatividad para suplir la posibilidad de acceder a ciertos recursos, por ocasiones escuetos.”
6. ¿Qué lugar ocupó el trabajo en equipo y el diálogo con las instituciones educativas durante su gestión?
“Ocupó un lugar central e irrenunciable. Mi gestión se basó en la premisa de que la supervisión no puede ser solitaria. Considero que mi trabajo en equipo se fortaleció a través de los encuentros periódicos no solo con “mis” directivos que me encargué de realizar en territorio (ya que era uno de mis objetivos cuando decidí concursar la supervisión), sino que además con otras instituciones/organismos que aquí trabajan con quienes conformamos redes pedagógicas inter-institucionales teniendo una apertura constante al diálogo en acciones para abordar y resolver diferentes situaciones de nuestros alumnos”
7. Mirando en retrospectiva, ¿hay algún logro colectivo que sienta como especialmente significativo?
“Sí. Considero que otro de los logros significativos fue el de lograr una articulación y una estandarización de criterios pedagógicos entre las distintas escuelas, algo complejo dada la diversidad y dispersión de éstas. Esto se materializó en la elaboración de los P.P.P.I. (Proyectos Políticos Pedagógicos e Institucionales) sobre los cuales trabajamos cada año y sus planificaciones/evaluaciones, que nos permitieron sentirnos parte de un sistema unificado y a la vez respetuoso de su contexto, mejorando la calidad de las intervenciones pedagógicas por cada una de las escuelas de la ZONA A.”
8. ¿Cómo evalúa la evolución de las prácticas educativas en la zona a lo largo de estos años?
“Positiva, espiralada y ascendente. Considero que hemos pasado de prácticas fuertemente tradicionales (o centradas en la urgencia de la post pandemia) a una mayor reflexión didáctica y metodológica. Se observa un incremento en el uso de estrategias de diversificación de la enseñanza, la incorporación más intencionada de la tecnología como recurso pedagógico y un avance en la evaluación formativa. El cambio más profundo es la internalización de la necesidad de la formación continua donde cada docente sabe que hoy para estar al frente de un grado, no debe dejar de formarse.”
9. ¿Qué mensaje le gustaría dejar a las/los docentes que continúan desempeñando su tarea en este territorio?
“Mi mensaje es de profundo reconocimiento y aliento. Sigan creyendo en el poder transformador de la educación, especialmente en un contexto donde nuestra labor va mucho más allá de los muros del aula y nuestros. Que no subestimen el impacto (para bien o para mal) que tienen en la vida de cada niño y niña isleña. Mantengan viva la llama de la curiosidad profesional, la innovación, sigan trabajando en red y recuerden que su compromiso con c/alumno/a es el motor del futuro social de nuestro departamento, ya que ellos serán los futuros ciudadanos que guíen nuestras instituciones locales, provinciales y por qué no: nacionales.
10. En lo personal, ¿Qué huella cree que deja esta etapa en su recorrido profesional y humano?
“Profesionalmente, esta etapa me deja la invaluable lección de la gestión en un cargo de vía jerárquica, el que me enseñó muchísimo ya que me obligó a no descuidar mi mirada estratégica, empática y resolutiva, ante diversas situaciones que se me presentaron. Humanamente, destaco y agradezco que este trabajo me haya dejado realizar una profunda conexión con la realidad rural y la naturaleza del Delta. Fortalecí interiormente mi paciencia, resiliencia y sencillez enriqueciendo nuevos vínculos con las diversas comunidades de c/u de las instituciones a las que visitaba periódicamente. Creo que la mejor huella es la de un crecimiento integral, forjado en el desafío constante y la esperanza de que uno mañana, puede ser mejor y aprender más que hoy. Sintetizando me voy en paz y en equilibrio”
11. ¿Qué palabras resumen su sentimiento al despedirse del rol de supervisor?
“Si tuviera que elegir, serían: Gratitud, Deber Cumplido y Esperanza. Gratitud por el apoyo de cada una de las personas que se cruzaron en mi camino (incluyéndote a vos por darme la posibilidad de esta nota, mirá que simple y que potente a la vez ¿no? ya que si no hubiese sido supervisor, quizás no nos hubiéramos conocido) y en esta anécdota contigo resumo la de tantas otras personas con las cuales interactué. Eso para mí posee un gran valor (no un precio); por otra parte el Deber Cumplido por el esfuerzo que puse cada día y los positivos resultados que alcancé en cuanto a los objetivos que me propuse; y también la esperanza por el futuro prometedor de la educación en la zona A.”
12. Finalmente, ¿Qué desea para el futuro de la educación primaria en las Islas del Ibicuy?
-“Deseo un futuro donde la educación primaria en las Islas del Ibicuy continúe fortaleciendo la identidad local a la vez que garantice una educación de calidad y equitativa que prepare a los estudiantes para el mundo global. Que no sientan que por vivir o trabajar acá “sean menos”, sino todo lo contrario siempre digo que somos unos privilegiados y bendecidos por poder hacerlo, cada uno de los territorios rurales donde se ubican las 12 escuelas que supervisé no poseen adversidades, sino potencialidades y desde esa mirada trabajamos. Por otro lado que se profundicen las comunicaciones para todas las escuelas (como por ejemplo internet y caminos enlatados y enripiados que faciliten la transitabilidad de todos) y que los docentes sigan siendo acompañados con formación pertinente y otros recursos adecuados para su tarea semanal”
A todos y cada uno de ustedes, gracias por el tiempo compartido
Mag. Juan Orlando García
El cierre de esta etapa no implica un punto final, sino la confirmación de un camino recorrido con coherencia, presencia y vocación. La gestión de Juan Orlando García deja como legado una supervisión cercana, territorial y profundamente comprometida con la realidad isleña, donde la educación se piensa y se construye desde las personas y para las comunidades.


