Hacer dedo: otra forma de medir el daño de la crisis económica

Entre las más diversas consecuencias del difícil momento económico que está viviendo el país, hay una a la vista: el notable aumento de las personas que se trasladan recurriendo a la solidaridad de los conductores entre las distintas ciudades del sur de Entre Ríos.

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Por Santiago Joaquín García

UNO
Un joven agente de policía está parado cerca del semáforo que une la ruta 11 con la Avenida Illia. Tiene un bolso azul oscuro grande y espera a alguien que lo pueda acercar hasta Victoria. Lo subo y conversamos. Junta días de trabajo para poder volver a su pueblo cuando le toca franco. La carrera policial es muy individualista y hasta azarosa. Te puede llevar de aquí para allá. A veces, ocurren imponderables. A la altura de Borde Río, llegando a destino, recibe un mensaje de sus superiores y tiene que volver. Se baja y cruza la ruta para volver a hacer dedo con destino a Gualeguay.

DOS
Una mujer se ubica en el margen izquierdo de la ruta que une Puerto Ruiz con Gualeguay. Levanta su mano con la seña universal que indica que está esperando que un auto la pueda llevar hasta la ciudad. Son poco más de diez kilómetros, pero tiene un impedimento para caminar o desplazarse en bicicleta. Una protuberancia en su abdomen indica que está embarazada.
–Ya me falta poquito –informa. Va al Hospital San Antonio.

TRES
Pensé que se trataba de otro policía. Es un agente del servicio penitenciario que está esperando en el margen derecho de la ruta 12. Va hasta Villaguay, pero sólo puedo llevarlo hasta Galarza. Le sirve. Repite el tema de los francos, aunque él puede acumular más (tal vez) por sus años de carrera. “Lo complicado es desde Tala hasta Villaguay”. Y ni hablemos de la ruta. Tuvo que quejarse el Kün Agüero para que la arreglen.

La edición impresa de abril de La Voz Isleña lleva esta problemática como aspecto central: “La crisis y el dedo”

“Cumplo catorce años viajando a dedo”
Luciana Cristani
es profesora de Lengua y Literatura. Reside en Gualeguay, pero tiene horas en la ciudad de Galarza. Son poco más de cincuenta kilómetros, unos cuarenta y cinco minutos de viaje: “Este año cumplo catorce años viajando a dedo a Galarza. Durante la mañana y el mediodía. En algún momento trabajé a la mañana y a la tarde. Me quedaba para el turno tarde y volvía a la tarde a dedo. Ya se hacía tardecita, sobre todo, en el invierno. El horario de ingreso en el colegio donde yo trabajo es siete menos diez, pero menos cuarto ya estaría tocando el timbre para que vayan ingresando los alumnos. Lo ideal es que esté antes de las menos cuarto ya en Galarza para no llegar sobre la hora”, cuenta.

Su horario de ingreso en Galarza la obliga a arrancar muy temprano: “Alrededor de las cuatro y media de la mañana voy en bici desde mi casa hasta la terminal. Ahí queda la bicicleta y luego camino hasta La Virgen, que es donde hago dedo. Es una zona que está muy oscura. Hay muchos días que está muy oscuro. En algún momento, ni siquiera teníamos luz donde hacemos dedo. Yo voy tres veces en la semana: miércoles, jueves y viernes. Cuando comencé a trabajar viajaba todos los días. Tenía todas mis horas en Galarza y viajaba de lunes a viernes”. Hay dos razones que la obligan a desplazarse así: “Tenemos colectivo durante la mañana, que sale cinco y media de la mañana, pero el costo es alto para lo que el Estado nos paga de transporte. En mi caso, en el último recibo tenía 17.400 pesos. Y el colectivo sale alrededor de 4.500 pesos ahora. Me sirve para tres veces a la semana y para ir nada más”, enumeró.

“Hay días que no anda nadie en la ruta”
El horario de regreso a casa es una lotería: “Alrededor del mediodía, a la mañana, depende del día. Por ejemplo, los miércoles termino a las diez y media, pero estaría llegando alrededor de las doce, más o menos, acá a Gualeguay. Los jueves salgo a las doce del colegio y termino llegando a una y media, dos menos cuarto más o menos acá. Según los días, porque hay días que no anda nadie en la ruta y hay días que sí, que está más concurrida”. Le preguntamos por los diversos medios de transporte: “Es con quien te lleve, no importa quién sea, qué tipo de traslado tenga. Subís porque tenés que llegar al trabajo sí o sí”, explicó. Las personas que hacen dedo en La Virgencita ya tienen una organización propia: “Es por orden de llegada. A veces, cuando nos conocemos, podemos hacer dedo día dos.

Generalmente, prefiero hacer dedo sola porque la gente cuando ve dos o más personas no para, porque supone que tienen un solo lugar o no quieren llevar a más de un docente. Entonces, prefiero hacer dedo yo sola”, comentó. La rutina de trabajo la obliga a horarios un tanto extremos: “Generalmente, no duermo demasiada cantidad de horas porque trabajo tres veces en la semana en el turno noche. Por ejemplo, los jueves termino a las diez de la noche y los viernes viajo a Galarza. Entonces, llego a mi casa, y además tenés que organizar algunas cosas. Sobre todo, cuando tenés hijos”.

¿Te has quedado dormida una vez? –le preguntamos: “Jamás me he dormido y nunca he llegado tarde. Es por eso que también trato de salir temprano para cumplir con el horario. Nunca he llegado tarde hasta ahora al trabajo”. La situación económica también complica la posibilidad de conseguir traslado: “Hace muchos años circulaba gran cantidad de gente en la ruta. Tanto camiones como particulares que viajaban o se dirigían a algún lugar. Pero este último tiempo, hay días, como por ejemplo la semana pasada, que no andaba casi nadie. No andaba nadie en la ruta. Esta semana sí hubo mucho más movimiento de camiones. Pero bajó muchísimo”, destacó y siguió: “Y no solamente más docentes, sino más personas particulares haciendo dedo. Hay gran cantidad de personas que viajan para hacer trámites en Gualeguay, para hacer una compra, para venir al médico, y no necesariamente son docentes. Pero cada vez hay más gente haciendo dedo”.

Le consultamos a representantes de docentes por esta estadística y explicaron que varía mucho por los movimientos, pero que es un número importante y que forma parte de su reclamo respecto al pago del monto de traslados. Mientras tanto, seguimos naturalizando en Entre Ríos que nuestras y nuestros trabajadores se desplacen atados a la suerte. Es tan común esta práctica para desplazarse hacia Ceibas, Ibicuy y Villa Paranacito que en el Google Maps encontramos a una docente haciendo dedo.

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